Tomates, pimientos, berenjenas, calabacines… Aunque mucha gente no lo sepa, todos estos vegetales y otros muchos otros de uso habitual en nuestra gastronomía, alimentos que normalmente asociamos con el ámbito de las verduras y de las hortalizas, son en realidad frutas. Parece difícil de comprender que en algunas ocasiones no nos pongamos de acuerdo a la hora de categorizar a estos vegetales, a pesar de que la mayoría de ellos los utilizamos prácticamente a diario en nuestras cocinas y los consumimos —o deberíamos consumirlos— casi todos los días, como parte de una dieta sana y equilibrada.
El problema para llegar a un consenso surge por la diferente consideración que estos productos de la tierra tienen en distintos contextos o parcelas del conocimiento. Si tomamos como ejemplo el caso de un tomate, dentro del ámbito científico lo categorizaríamos como una fruta. Algo que haríamos atendiendo a cuestiones biológicas y a una clasificación taxonómica exhaustiva basada en criterios botánicos. Mientras que en un contexto gastronómico o nutricional, podríamos hablar del tomate como si de una verdura o de una hortaliza se tratara. Y esto se debe a que los asociamos con otro tipo de vegetales que presentan características y condiciones similares en cuanto a sabor, textura, valores nutricionales, o también en función de las diferentes maneras en las que podemos preparar y cocinar estos alimentos para su consumo.
Así, para seguir aprendiendo sobre lo que comemos, hoy vamos a conocer 7 verduras que en realidad son frutas. También veremos cuál es el principal criterio en el que nos podemos basar para diferenciar entre verduras, frutas y hortalizas, de cara a saber deducir en qué grupo se sitúa cada uno de los vegetales que llevamos a nuestra mesa de forma rápida y sencilla.
La diferencia entre frutas, verduras y hortalizas
Antes de pasar a conocer a estas 7 frutas que habitualmente consideramos como verduras, o como hortalizas, resulta fundamental que entendamos bien las diferencias que existen entre frutas, verduras y hortalizas.
Para ello, recurriremos a la definición de las principales acepciones que recoge el diccionario de la RAE sobre estos tres términos:
Hortaliza. 1. f. Planta comestible que se cultiva en las huertas. U. m. en pl.
Verdura. 1. f. Hortaliza, especialmente la de hojas verdes.
Fruta. 1. f. Fruto comestible de ciertas plantas cultivadas; p. ej., la pera, la guinda, la fresa, etc.
Como vemos, en sentido literal, el término más amplio de todos los anteriores sería el de hortaliza, que define a cualquier planta cultivada en un huerto para su consumo alimentario. En un uso más doméstico y extendido de esta palabra, nos referiríamos solo a algunas especies vegetales, o a parte de estas plantas, como legumbres, tubérculos, coles, raíces, etc. Pero dejaríamos fuera a los cereales y al producto de los árboles frutales. Aunque estrictamente, desde un punto de vista meramente lingüístico, si se cultivan en un huerto, estos alimentos también podrían definirse como hortalizas.
En el caso de las verduras, el término se referiría únicamente a un tipo de hortalizas concretas, e incluso solo a algunas partes de estas. Principalmente a las hojas, los tallos o las raíces, caracterizadas en su mayoría por su color verde, y excluyéndose los frutos de las plantas.
Por último, en el caso de la palabra “fruta”, el término se emplearía para denominar solo a una parte de la anatomía de ciertas plantas cultivadas. Aunque en realidad, en la práctica, hablamos también de frutas, sin hacer distinciones, cuando nos referíamos a los frutos de algunas plantas silvestres. Es el caso de las bayas de moras, frambuesas, arándanos u otros frutos del bosque. En este sentido, y desde el punto de vista de la botánica, la clave que nos ayudaría a clasificar a las frutas como tales sería su papel dentro de la función reproductiva de las plantas y por ser la parte estructural donde estas contienen sus semillas. Un tipo de órgano reproductivo vegetal que se formaría a partir de las flores de estas especies vegetales.
7 verduras que en realidad son frutas
Ahora sí, una vez aclaradas las diferencias biológicas —y sobre todo semánticas— que hay entre hortalizas, frutas y verduras, pasamos a conocer a las frutas que con mayor frecuencia confundimos con verduras en nuestro día a día.
Tomates
Los tomates (Solanum lycopersicum), procedentes originalmente del continente americano, son una de las frutas que más habitualmente confundimos con verduras en la cocina. Esto se debe, en parte, a que además de en crudo, muchas veces los consumimos también preparados igual que a estos otros vegetales: cocinados al horno o a la plancha, en salsas, en ensaladas, rellenos e incluso en confituras. Una fruta sin el característico sabor dulce de estas, pero muy rica en todo tipo de nutrientes. Como vitaminas del tipo B (B1, B3 y B6); vitaminas C, E y K; y minerales esenciales, como el magnesio, el manganeso, el fósforo o el calcio. Especialmente interesante también, por su alto contenido en licopenos, que sumados a la vitamina C de los tomates, los convierten en un gran alimento antioxidante.
Pimientos
Algo similar ocurre con los pimientos (Capsicum annuum) y todo tipo de chiles, emparentados con los tomates dentro de la familia de plantas de las solanáceas y usados habitualmente también en gastronomía como verduras. Las sensación picante que nos producen muchos de ellos facilita que los diferenciemos del resto de frutas, que presentan normalmente sabores dulces, ácidos o agrios. Se pueden preparar también de mil maneras diferentes, como asados, cocidos o al horno. En este caso, además tiene gran importancia gastronómica su uso en seco e incluso en polvo, para preparar potenciadores del sabor tradicionales como el pimentón o la paprika. Muy sanos por su alto contenido en vitamina C, carotenos, luteína y, sobre todo, la capsaicina, responsable del efecto picante de algunas variedades.
Berenjenas
Las berenjenas son las frutas carnosas de la planta Solanum melongena, perteneciente también a la familia de las solanáceas. Al igual que los pimientos y los tomates, su uso más común en cocina es más similar al que se le da a las verduras que al resto de frutas. Se cocina a la plancha, asado, rellena, rebozada, encurtida y de otras muchas formas diferentes. Es una fuente natural de vitaminas A, B1, B2, B3, B9 y C; y también de minerales como el calcio, el magnesio, el hierro o el fósforo. Una fruta muy útil para regular los niveles de colesterol y de glucosa en sangre de manera natural.
Calabazas
Aunque parezca mentira, la calabaza también es una fruta y no otro tipo de hortaliza o de verdura. Al menos desde el punto de vista botánico. Tan solo hay que fijarse en las pipas que este fruto guarda en su interior y que no son más que las semillas de las plantas que componen el género de las Langenaria, además de otras especies pertenecientes también a la familia de las cucurbitáceas. Usadas habitualmente en cocina para hacer cremas, guisos, guarniciones y postres, estos vegetales son muy apreciados desde el punto de vista nutricional por su aporte en vitaminas B2, B6, B9 y C; además de en minerales esenciales como el magnesio, el yodo, el calcio, el sodio, el potasio o el zinc. Una fruta con potente efecto antioxidante, que además nos ayuda a reforzar nuestro sistema cardiovascular.
Calabacines
De procedencia también americana, los calabacines (Cucurbita pepo) son también tratados en gastronomía como una hortaliza, pero sin embargo, técnicamente son frutas: partes comestibles de una planta de la familia de las cucurbitáceas, que se generan a partir de flores y que contienen semillas.
A la hora de cocinarlos, pueden prepararse fritos, sofritos, rebozados, cocidos, a la plancha, salteados, asados, guisados, como guarnición y de otras mil maneras distintas. Es decir, los preparamos al igual que a otros muchos vegetales a los que sí podemos considerar propiamente como verduras, y de ahí la confusión. Un alimento rico en vitaminas A, C y B9; manganeso, hierro, potasio y fibra, entre otros muchos nutrientes. Ideal para combatir el colesterol, reducir la presión arterial y cuidar nuestro aparato digestivo y nuestros huesos.
Pepinos
Parientes de los calabacines, también dentro de las cucurbitáceas, encontramos a los pepinos (Cucumis sativus), otra fruta disfrazada de verdura. Dentro de nuestra gastronomía, lo más normal es degustarlos crudos, como ingredientes de una ensalada, o encurtidos. Un vegetal que contiene multitud de vitaminas (A, C, B1, B2, B3, B5, B9), fibra y minerales como el cobre, el hierro, el manganeso, el calcio, el magnesio, el potasio, el silicio o el fósforo. Muy útil para cuidarnos por sus efectos antioxidantes y antiinflamatorios, así como por ayudar a mantener sanos el cerebro y el corazón.
Aguacates
Y finalizamos este artículo sobre verduras que parecen frutas con el aguacate (Persea americana). Se trata de un vegetal que, aunque muchos sí solemos ubicar correctamente dentro de la clasificación de las frutas, su falta de dulzor, su textura mantecosa y su relativamente reciente introducción culinaria dentro de la cocina de nuestro país, a veces hacen que nos podamos despistar.
En cualquier caso, el hueso de grandes dimensiones que alberga el interior de esta fruta nos aleja de cualquier tipo de dudas. Y es que este hueso no es más que la semilla del árbol del aguacate. Un alimento vegetal que contiene múltiples vitaminas, como la vitamina A, la C o la B; fibra alimentaria; y grasas vegetales insaturadas, que nos ayudan a reducir la concentración de colesterol malo (LDL) en nuestra sangre y a aumentar los niveles del bueno (HDL).