La sal, o el cloruro de sodio, es uno de los productos alimentarios más comunes en nuestras vidas. Salvo que los médicos te hayan prescrito la restricción de su consumo, lo más normal es que todos los días, y en todas las comidas, estés ingiriendo sal. Pero, ¿sabes que hay muchos tipos de sal y no todas son iguales?
Sí, aunque nunca le hayas dado demasiada importancia y no te hayas fijado en la estantería del súper, los tipos de sal que puedes encontrar son tan variados que te resultaría muy complicado memorizarlos. No te preocupes, aquí estamos para ayudarte a entender su diferencia y explicarte para qué es más adecuado cada uno de ellos.
Sal de mesa
Éste es uno de los tipos más comunes de sal. De hecho, también es conocida por el nombre de sal común y es muy probable que sea la que estés usando en tu casa ahora mismo o la que tengas en el salero del bar donde desayunas o comes a menudo.
Es una sal que suele derivar de tierra o de roca y que contiene normalmente más de un 95% de cloruro de sodio, aunque también puede incluir pequeños porcentajes de otros minerales como magnesio, yodo o calcio.
Sal marina
Otro de los tipos de sal que más abundan en tiendas, hogares y cocinas profesionales. La principal diferencia con la anterior es, como su nombre indica, procede del mar. Pero ésta no es la única característica distinta de la sal de mesa.
Es muy similar a la anterior en lo que se refiere a términos nutricionales y también en cuanto a sabor, aunque, según el tipo de sal marina que encuentres, ésta puede adquirir tonos más grisáceos o incluso ligeros aromas marinos.
La flor de sal
Aunque mucha gente no la considere una clase de sal al mismo nivel que las anteriores, nosotros la queremos distinguir. En realidad, la flor de sal es un tipo de sal marina concreta, obtenida de la capa más superficial del mar y recogida de un modo artesanal.
Todo esto, aunque no parezca más relevante que su estética, sí lo es. Porque la flor de sal, en realidad, difiere nutricionalmente de la sal marina. Al ser de obtención manual, no pasa por ningún tipo de refinado y tampoco contiene aditivos. Además, su porcentaje de cloruro de sodio ha de ser menor del 92,9% para ser considerada flor de sal, y no tiene ni yodo ni flúor agregados. Eso sí, al ser una sal más elegida y artesanal, su precio suele ser bastante superior al de la sal marina.
Sal Maldon
Aunque no es la típica sal que tenemos en el salero para poner el punto personal a los platos en la mesa, ni tampoco la más recomendada ni utilizada para cocinar en el fuego, la sal Maldon también está muy presente en prácticamente todos los hogares y restaurantes.
De aspecto mucho más grueso, en forma de escamas, es una sal que se recoge manualmente en el estuario del río Blackwater, ubicado en Maldon, Inglaterra. Se disuelve de un modo mucho más lento, por lo que se utiliza, principalmente, para aderezar carnes y pescados a la parrilla, para presentaciones de aperitivos y en alta cocina.
Sal del Himalaya
La sal del Himalaya es una sal que lleva unos cuantos años llamando la atención, tanto por su nombre y su color exóticos, como por sus propiedades. Y es que, para empezar, es una sal muy pura, sin apenas refinación, y con unas altísimas cantidades de cloruro de sodio, que superan el 98% del total.
Tiene un característico color rosado y, al igual que la sal Maldon, se presenta también en escamas de tamaño grande y una dureza consistente. Por este motivo, también se suele distribuir con molinillos que favorezcan su reducción a un tamaño más manejable para condimentar los platos.
Sal negra
El último tipo de sal que queremos destacar aquí es la sal negra, cuyo origen suele ser marino y que se presenta combinada con carbón activo, lo cual aumenta mucho sus propiedades nutricionales.
En términos de sabor y de uso, no difiere gran cosa de la sal marina, por lo que se puede utilizar para condimentar todo tipo de platos. Eso sí, hay que tener en cuenta que su color puede dar mucho juego a la hora de decorar y presentar.
Consume sal de forma moderada
Cada uno de estos tipos de sal son aptos y recomendados para la mayoría de las personas. La única diferencia entre ellos es su aplicación o su compatibilidad con los alimentos que se van a aderezar. Lo que sí te recomendamos que tengas en cuenta es que el consumo excesivo de sal está relacionado con enfermedades cardiovasculares, por lo que hay que vigilar las cantidades de ingesta. Actualmente, se estima que cada persona consume entre 9 y 12 gramos diarios, mucha más sal que la cantidad diaria recomendada por la OMS, que se sitúa en 5 gramos al día.