Una de las maneras más accesibles que tenemos de intentar modificar la realidad en la que vivimos y de tratar construir un mundo mejor es a través de nuestros hábitos de consumo y compra. Seleccionando unos u otros productos, damos soporte a las diferentes formas de producción de estos. Diferentes formas de producción que pueden ser sostenibles, ecológicas y respetuosas con el medio ambiente, o todo lo contrario. Pero para poder tomar nuestras decisiones de compra con buen criterio, es fundamental que estemos bien informados. A menudo, la información relativa acerca de los productos que compramos está a simple vista, pero hay que saber identificarla. Es lo que sucede, por ejemplo, con los huevos de gallina, un alimento básico en la alimentación de la mayoría de personas. ¿Sabemos de dónde proceden los huevos que compramos? ¿Qué alimentación han tenido las gallinas que los han puesto? ¿En qué condiciones las han criado? Toda esta información y mucha más se puede descifrar a través de los códigos alfanuméricos que se imprimen en todos los huevos producidos en la Unión Europea. Por ello, hoy aprenderemos a entender esta información para saber, por ejemplo, qué tipo de cría se le ha dado a las gallinas que han puesto los huevos que llevamos a nuestra mesa.
Un huevo de información
Cuando nos encontramos ante una caja de huevos, en el momento de la compra, ya contamos con una gran cantidad de información a nuestra disposición que nos informa del tipo de producto que tenemos entre manos. Ahora bien, hay que saber desentramarla. Los primeros datos los encontraremos en el propio envase, que deberá ir correspondientemente etiquetado. En él deberán aparecer:
- La empresa que produce los huevos y su localización.
- La cantidad de huevos que hay en el envase.
- La fecha recomendada de consumo, así como indicaciones de almacenamiento y refrigeración.
- La categoría de calidad de los huevos. Podrán diferenciarse en categoría A, B o C. Los de la categoría A son los que se destinan a la venta a consumidores finales, así que son los que nos encontraremos al hacer nuestra compra. La clasificación A nos indica que los huevos son frescos y no han sido sometidos a lavados o a tratamientos de conservación ni refrigeración por debajo de 5 °C. Los huevos de categoría B, serían huevos de segunda calidad, que no se pueden considerar como huevos frescos y sí que pueden ser lavados o sometidos a tratamientos de desinfección y conservación. Por último, los huevos de categoría C serían los de calidad inferior. Son aptos para el consumo humano como parte de productos alimentarios o no alimentarios, pero en ambos casos solo pueden ser empleados en procesos industriales autorizados.
- El tamaño. Los huevos de categoría A, de venta al público, pueden clasificarse por tamaños. Así, hablaremos de:
- XL – Huevos extra grandes, de más de 73 g de peso.
- L – Huevos grandes, de entre 63 y 73 g de peso.
- M – Huevos medianos, de entre 53 y 63 g de peso.
- S – Huevos pequeños, de peso inferior a 53 g.
El código impreso en los propios huevos
Aparte de en el envase, en donde más información podemos obtener es en el propio huevo. Desde el 1 de enero de 2004, la Unión Europea obliga a que todos los huevos de producción europea lleven un código alfanumérico impreso en la cáscara con tinta alimentaria de color rojo. Además, a partir del 1 de julio de 2005, los huevos deben reflejar también su fecha de caducidad. En cuanto al código alfanumérico, este nos ofrece la siguiente información:
Primer número. El primer número del código que aparece en el huevo es el más importante, ya que nos da información sobre su forma de producción y sobre las condiciones de vida de las gallinas ponedoras. Profundizaremos más acerca de esto en el siguiente apartado pero, a modo de resumen, podemos diferenciar entre:
- 0 – Huevos de producción ecológica.
- 1 – Huevos de gallinas camperas.
- 2 – Huevos de gallinas criadas en suelo.
- 3 – Huevos de gallinas criadas en jaula.
Dos letras. Indican el código del país productor. Por ejemplo, en el caso de España, el código sería: ES. Esta información nos será de utilidad para priorizar la compra de huevos de producción local, para minimizar así nuestra huella de carbono.
Siguientes 2 números. Indican la provincia donde se ubica la explotación avícola que produce los huevos.
Siguientes 3 números. Indican el municipio de origen.
Siguientes 3 – 4 números. Es un código que el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social adjudica a cada granja productora. Así, es posible conocer el lugar último de procedencia de los huevos para garantizar su trazabilidad y seguimiento por motivos sanitarios.
Los cuatro tipos de huevos de gallina según el modo de cría
Tanto las autoridades europeas competentes como la Asociación Española de Productores de Huevos (ASEPRHU) aseguran que los cuatro tipos de huevos comparten una misma composición nutricional independientemente de su sistema de producción. No obstante, sí que se reconoce que las características organolépticas de los huevos pueden ser distintas en función de la forma de cría. Esto quiere decir que puede haber variaciones de color, sabor, aroma, etc. En definitiva, que puede haber diferencias de calidad de unos huevos a otros. Pero, seguramente, el motivo más interesante para fijarnos en el tipo de cría de las gallinas ponedoras que han producido los huevos que compramos sea por motivos éticos. Las condiciones de vida de las gallinas varían mucho de unos sistemas de producción a otros. Por ello, intentaremos destacar los aspectos más importantes de cada uno de los cuatro sistemas para que podamos tener en cuenta esta información a la hora de tomar nuestras decisiones de consumo.
Código 0
Son huevos producidos de manera ecológica. Esto quiere decir que se intenta respetar al máximo el ciclo de vida normal de las gallinas y de producción de los huevos. Para que un huevo lleve un 0 encabezando su código la gallina que lo ha puesto debe haber sido criada con alimentos de producción ecológica en, al menos, un 80 % de su dieta. Esta dieta puede comprender verduras, hierbas, cereales o maíz, pero también pienso, que es la base de la alimentación de las gallinas ponedoras. Eso sí, este pienso deberá ser de ecológico. Este tipo de cría limita también de manera estricta el uso de antibióticos y otro tipo de medicamentos. Tampoco está permitido el uso de organismos genéticamente modificados en la alimentación o el cuidado de estas aves. Las gallinas de granjas ecológicas deben disponer de gallineros cubiertos y espacios abiertos a los que poder salir con total libertad, intentando recrear de la mejor manera posible el hábitat natural de las gallinas. La normativa europea establece además que las granjas ecológicas deben contar con unas instalaciones adecuadas y suficientes para que permitan una densidad no superior a 6 gallinas por m² en las zonas cubiertas. En el parque exterior, cada gallina contará con 4 m². Las gallinas deben contar también con espacios adecuados para picotear y escarbar, para darse baños de tierra (que ayudan al cuidado del plumaje de estas aves), de perchas para descansar y de nidos. Este tipo de explotaciones deben contar, además, con el certificado del Consejo Regulador de la Agricultura Ecológica correspondiente.
Código 1
Son huevos de gallinas camperas, que viven en condiciones bastante similares a las de las granjas ecológicas, pero cuya alimentación (basada mayoritariamente en piensos) no está limitada al consumo de productos ecológicos. El uso de medicamentos es también más flexible. Se crían en naves en las que cuentan con libertad total de movimiento y con la posibilidad de salir al exterior. También se contempla la necesidad de que dispongan de espacios habilitados para picotear y escarbar, perchas y nidos. La densidad dentro del gallinero no debe ser superior a 9 gallinas por m² y en el parque exterior, cada gallina cuenta con 4 m², al igual que en el caso de las gallinas de granjas ecológicas.
Código 2
Los huevos con código impresos que comienzan con el número 2 indican que han sido puestos por gallinas criadas en suelo. Esto quiere decir que tienen libertad de movimiento dentro de la nave en la que viven, sin embargo no pueden salir al exterior. Este tipo de instalaciones emplean luz artificial para simular los ciclos lumínicos naturales y facilitar así la producción de huevos (para ello, se necesitan 16 horas de luz y 8 de oscuridad cada día), aunque esto también puede realizarse en granjas de gallinas camperas y ecológicas. Para alimentar a estas gallinas se emplean exclusivamente piensos convencionales. Las granjas deben contar también con espacios para picotear y escarbar, perchas para el descanso y nidos para poner los huevos. La Unión Europea marca que este tipo de cría en suelo debe respetar una densidad de aves máxima de 9 gallinas por m².
Código 3
Quien haya llegado hasta este punto podrá deducir que los huevos cuyo código empieza por 3 pertenecen a las gallinas menos afortunadas. Estos huevos los ponen gallinas criadas en jaulas, por lo que no disponen de libertad de movimiento. Tampoco pueden salir al exterior, por lo que viven siempre bajo iluminación artificial. Son gallinas alimentadas a base de piensos convencionales. A pesar de lo limitado del espacio en el que viven, la Unión Europea marca que las granjas deben contar con nidos, perchas y espacios para escarbar en donde se las provea del pienso con el que se las alimenta. El espacio mínimo con el que debe contar cada gallina es de 750 cm².
Como es de esperar, las condiciones de vida y de alimentación de las gallinas ponedoras se reflejan en la calidad de los huevos que consumimos. La parte negativa es que esto también se refleja en su precio. Aunque medidas como enjaular a las gallinas a menudo se defienden con el pretexto de evitar que estas se coman sus propios excrementos y que contraigan así enfermedades, lo cierto es que esta forma de explotación avícola resulta mucho más rentable. Cuanto menos se mueven las gallinas, menos comen y más huevos ponen. Así de sencillo. Por ello, es importante que pensemos en cómo han vivido las gallinas que han puesto los huevos que nos sirven de alimento. Es responsabilidad nuestra decidir si queremos apoyar una forma de explotación avícola u otra, y eso podemos hacerlo fácilmente a través de nuestros hábitos de compra. Pensemos en gallinas viviendo toda su vida en menos de un metro cuadrado, sin ver nunca la luz del sol, y a menudo con el pico amputado para evitar que se lesionen entre ellas o a sí mismas. Esta es la información que se esconde detrás del código en las cáscaras de los huevos. Quizá viéndolo así de crudo, prefiramos gastar un poco más y tener la conciencia algo más tranquila.
Excelente información
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