Hace no tantos años, el gesto de vestirse englobaba mucho más que ir a las tiendas a comprar, y era un proceso que podía durar semanas. ¿Cómo era posible? Lo normal era comenzar buscando en revistas de moda el modelo en el que se basaría la nueva prenda. A continuación, comprar las telas de mejor calidad y confeccionar los estilismos uno mismo, si se tenían las dotes, o contratando los servicios a un profesional de la costura. Todo este proceso generaba que la ropa tuviera un valor especial, porque estaba hecha con sus propias manos y, por eso, era frecuente que la gente conservara muy bien el número limitado de prendas que albergaba en su armario. Solo en ocasiones especiales, se visitaban tiendas para comprar la prenda final.
Actualmente, nuestros armarios están repletos de ropa. ¿En qué momento cambiaron nuestras formas de consumo? Sobre todo, a partir del nuevo modelo de negocio que se basaba en el fast fashion: marcas de ropa que recrean las prendas de las grandes pasarelas y las venden a un precio más económico. A día de hoy, nos dedicamos a comprar ropa para estar a la moda sin pensar que eso dentro de unos meses puede dejar de gustarnos y acabará o bien en el cubo de la basura o en el armario cogiendo polvo.
Pero esto, como muchos otros aspectos de nuestra vida, está sufriendo una transformación con la aparición de conceptos como slow fashion, moda ética, moda sostenible o lasting fashion.
El concepto slow fashion es un movimiento desarrollado por Kate Fletcher en 2008. Este tiene como objetivo que el consumo de ropa sea algo más y no solo el simple gesto de pagar, sino que el consumidor indague acerca de dónde proceden las prendas y sea consciente de los procesos de creación. De esta forma, hay mayor responsabilidad social y ambiental.
Los mandamientos que definirían un estilo de vida slow fashion serían:
Para poder seguir este movimiento, es importante elegir marcas que apuestan por moda ética o moda sostenible.
El término de moda ética se centra, principalmente, en los derechos humanos y animales. Es necesario que se respete el trabajo que hacen las personas que confeccionan la ropa, porque actualmente esta se fabrica en países subdesarrollados, donde los trabajadores reciben un salario muy bajo y tienen largas jornadas laborales. La forma de poder decir que una marca es ética sería produciendo de manera local o creando productos veganos que respeten los derechos de los animales.
En cambio, el término de moda sostenible se centra en el impacto medioambiental que provoca la producción de prendas de ropa. Para que una marca de ropa sea sostenible tiene que utilizar recursos y materiales locales, de esta forma reduce la huella ecológica al transportar los materiales desde otro lugar. Además, los materiales tienen que ser sostenibles y evitar los que se producen a partir del plástico. En este grupo también entrarían las piezas de segunda mano y vintage.
Como se puede ver, son dos conceptos muy interrelacionados, porque se centran en los procesos de producción. La mejor opción para fabricar ropa en los dos casos sería haciéndolo de manera local, puesto que así es más fácil respetar los derechos humanos y el medio ambiente.
Aunque es un proceso lento, no se trata de tirar toda la ropa del armario, pero sí es importante que, poco a poco, comencemos a prestar atención a la procedencia de las prendas. Construiremos un armario con básicos que nos dure mucho tiempo. Puede parecer algo aburrido, pero con el uso de complementos, podemos jugar con nuestros estilismos y añadir mayor variedad.
Las prendas de un solo material son la mejor opción para cuidar el medioambiente. Estudios como el publicado por Marine Pollution Bulletin, dirigido por el estudiante de doctorado Imogen Napper en conjunto con el profesor Richard Thompson, demuestra que con el lavado de la ropa sintética se desprenden en la lavadora nanopartículas que contaminan el mar.
Para cambiar de fast fashion a slow fashion no es necesario que confecciones tus propias prendas de ropa. Cada vez es más habitual encontrar tiendas de ropa que producen moda ética y sostenible, por eso, el cambio supondrá buscar tiendas que sigan esta línea de producción y fijarnos en el etiquetado de los productos que adquirimos.
Es una de las marcas internacionales más importante de moda lenta y está registrada por la Organización Mundial del Comercio Justo con la etiqueta de ética y sostenible. Suele utilizar algodón orgánico para confeccionar sus prendas. Tiene gama de ropa para hombres y mujeres.
Esta marca de origen británico está certificada por el Fairtrade Internacional (Organización de comercio justo más grande y reconocida en el mundo) como sostenible. Al igual que la anterior, ofrece ropa de hombre y mujer.
Está certificada por Fairtrade como sostenible y la Global Organic Textile Standard le ha concedido el sello de marca elaborado con algodón orgánico. Esto último significa que se paga a los productores de forma justa y que se utiliza una agricultura sostenible para su producción.
Marca de ropa infantil que posee el certificado Fairtrade por preocuparse por el planeta y los trabajadores.
Esta marca de zapatos demuestra que se puede vestir siendo ecológico y a la moda. Es una marca que tiene el sello de moda ética, ya que produce de manera local en Alicante y con materiales veganos.
Ecoalf se dedica a fabricar ropa a partir de materiales reciclados. Se califica como moda sostenible.
Una marca femenina con un estilo vintage. Su creadora, Andrea, se encuentra detrás de todo el proceso de producción. Las prendas tienen un precio de entre 40 y 70 euros.
Es posible que consideres que la parte negativa del Slow Fashion se encuentra en el elevado precio de los productos, pero estás comprando algo con calidad que te durará más y, lo primordial, estarás respetando a los trabajadores que se han encargado de confeccionar estas prendas y el medio ambiente.
Es el momento de pararnos a pensar en todas las prendas que nos hemos comprado en los últimos meses: ¿se han respetado los derechos humanos y animales?¿La marca se preocupa por el medioambiente? Si la respuesta a todo esto es no, quizás deberíamos empezar a evaluar si la compra era necesaria o todo partió de un impulso, porque esta es la mejor manera de comenzar con el cambio.
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