A medida que vamos avanzando en la historia, el desarrollo técnico y científico alcanzado por el ser humano va llegando a cotas cada vez más elevadas. A menudo, estos avances tecnológicos nos permiten lograr auténticos hitos en los diferentes campos del conocimiento, que suponen, a su vez, verdaderas revoluciones para la vida de las personas: creación de vacunas y otros descubrimientos médicos, construcción de grandes infraestructuras, cambios en los medios de transporte y en las comunicaciones, conversión de los métodos de producción, etc. Otras veces, los avances técnicos son mucho más modestos, pero igualmente prácticos para mejorar el día a día de la gente. Pensemos, por ejemplo, en lo que supone la posibilidad de disponer de un frigorífico en la mayor parte de los hogares del planeta. Una facilidad técnica totalmente asumida por todos, que nos permite almacenar comida durante largos períodos de tiempo, evitar enfermedades y males derivados de consumir alimentos en mal estado, etc. En este sentido, renunciar al uso de este tipo de electrodomésticos sería de tal perjuicio que asumimos el consumo energético que estos puedan conllevar, así como las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero asociados a ellos. A la hora de optar por un estilo de vida más sostenible, es preferible recortar nuestra huella de carbono de otro tipo de gastos y consumos energéticos mucho más superfluos. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, con el uso de las secadoras. Este tipo de aparatos no aportan una gran innovación para solucionar grandes problemas cotidianos, sino que simplemente ofrecen una opción más cómoda a la hora de realizar una tarea doméstica concreta. Observando estos casos, es cuando podemos ver más claramente el consumo energético innecesario que llevamos a cabo en nuestro día a día. Un consumo energético del que deberíamos desprendernos, para transitar hacia un modelo energético global mucho más sostenible. Por ello, hoy vamos a ver algunos motivos por los que contar con una secadora en casa, en la gran mayoría de los casos, no está para nada justificado desde el punto de vista de la responsabilidad ecológica.
¿Cómo funciona una secadora de ropa?
El consumo energético anual de una secadora de ropa está entre los más altos de todos los electrodomésticos, solo por detrás de los frigoríficos y de las lavadoras, resultando el uso de estos últimos mucho más necesario y justificable en el día a día de las personas. Para entender mejor de donde viene este elevado consumo, nada mejor que conocer cómo funcionan estos aparatos.
Las secadoras de ropa domésticas tienen una apariencia externa bastante similar al de una lavadora, sin embargo, su funcionamiento interno se asimila más al de un aparato de climatización, consumiendo grandes cantidades de energía para generar un flujo de aire caliente que se emplea para secar la ropa.
El aire acondicionado, enfría la casa pero calienta el planeta
La mayoría de las secadoras domésticas funcionan por condensación o mediante un sistema de bomba de calor. Estas últimas tienen una eficiencia energética mayor, ya que aprovechan mejor el flujo de calor generado, reutilizándolo varias veces en cada ciclo de secado.
En términos generales, las secadoras funcionan de la siguiente manera:
- Un ventilador funciona en el interior de la secadora, generando una corriente de aire que circula a través de un circuito cerrado.
- El aire se hace pasar por un circuito radiador, por el que a su vez circula un líquido refrigerante, capaz de captar y ceder calor al aire que mueve el ventilador.
- Una vez se hace pasar el aire por el radiador para calentarlo, este se redirige hacia el interior del tambor de la secadora, en donde se encuentra la carga de ropa. Mientras el tambor gira, la ropa húmeda entra en contacto con el aire caliente, captando este parte de la humedad.
- Tras dejar el tambor, el aire cargado de humedad pasa por un condensador, que se ocupa de enfriar el aire y de fijar la humedad que contiene, generando agua que queda recogida en un depósito.
- El aire frío que sale del condensador, retorna al radiador para volver a calentarse y reiniciar así el ciclo.
Los intercambios de energía calorífica entre cuerpos siempre llevan asociados altos consumos de energía y suelen presentar una pérdida energética residual bastante alta que los convierte en transferencias energéticas poco eficientes. Así, la electricidad consumida por una secadora para realizar todos estos procesos de transferencia de calor resulta bastante elevada.
Según la OCU, el consumo eléctrico medio de cada programa de secado es de unos 2,1 kWh. Con un uso de la secadora de unas 3 veces por semana, se puede calcular un consumo anual medio de 468 kWh, lo que puede reflejarse en un gasto económico de alrededor de 100 € al año, dependiendo de la tarifa que tengamos contratada con nuestra compañía suministradora. Cabe destacar también, que entre los modelos domésticos de secadoras más y menos eficientes del mercado puede haber una diferencia de consumo de hasta 3 kWh por programa, por lo que el consumo medio anual y el gasto económico podrían llegar incluso a duplicarse en algunos casos.
¿Sabes leer la etiqueta energética de los electrodomésticos?
¿Por qué cada vez más gente opta por tener una secadora en casa?
Cada vez hay más gente que tiene una secadora en casa, una decisión que solo se sustenta sobre criterios que priman en exceso la comodidad. Aún así, según se va extendiendo la conciencia ecológica, los usuarios de secadoras cada vez entienden mejor el gasto innecesario que supone su uso, tanto económico como energético.
Según datos de Pew Research Center, en 2006 el 83 % de los americanos consideraban que el uso de la secadora era una necesidad, mientras que en 2010 esta cifra se redujo hasta el 59 %. Por ello, la expansión de la conciencia ecológica de la población favorece que las secadoras acaben en desuso. Aún así, cerca del 75 % de los hogares norteamericanos cuentan con algún aparato de este tipo. Una cifra que se ve muy reducida en otros lugares, cayendo hasta el 50 % de media en los países Europeos, según datos de la Oficina de Estadística de los Países Bajos.
Y es que una secadora solo puede suponer una ventaja con respecto a secar la ropa en un tendedero (interior o exterior), en el sentido de que ahorra tiempo y puede resultar un poco más cómodo. Así, esta opción puede verse justificada como una necesidad en casos muy concretos (para personas con problemas de movilidad, zonas geográficas con climas extremos, viviendas que no cuentan con condiciones adecuadas, etc.). Sin embargo, en general, su uso no tiene sentido: suponen un gasto extra de más de 100 € al año, un consumo energético de cerca de 500 kWh y un nivel de emisiones de CO2 equivalente de más de 1088 kilogramos anuales.
Ventajas de no usar la secadora
Tengamos en cuenta que la mejor alternativa al uso de una secadora en casa es tender la ropa en un tendedero tradicional, siempre que se pueda, mejor al aire libre. Con todas las ventajas que esto ofrece. Entre las principales:
- Ahorramos dinero, tanto en la amortización del desembolso de compra de una secadora, como en nuestra factura eléctrica. Tender es absolutamente gratis, y para las pocas cosas realmente gratis que hay en la vida, mejor aprovecharlas.
- Reducimos nuestro consumo energético, disminuyendo así nuestra huella de carbono en más de una tonelada de CO2 por año.
- Tendiendo en el exterior, ventilamos nuestra ropa al aire libre, lo que hace que esta huela mejor.
- La incidencia del sol moderado sobre la ropa funciona como un desinfectante natural, ayudando a matar los gérmenes que en ella pueda haber.
- Eliminamos el trabajo y coste de mantenimiento de una secadora: limpiado de filtros de pelusas, vaciado del depósito de líquido del condensador, descalcificación del tambor y de los sensores internos de temperatura, etc.
- Una secadora ocupa cierto espacio. En contraposición, un tendedero exterior se instala fuera, en la fachada de la vivienda; mientras que los tendederos interiores suelen ser plegables y pueden guardarse en espacios reducidos cuando no los usamos.
Entonces, ¿usamos la secadora o seguimos tendiendo como siempre?Como hemos visto, el uso de la secadora en casa rara vez estará realmente justificado, tanto desde un punto de vista económico como desde un planteamiento ecológico. Una falta de justificación mucho mayor, si cabe, en países como España, con cerca de 3000 horas de sol pleno anuales, el equivalente a más de 8 horas al día. Si no somos capaces de esperar unas horas a que se seque nuestra ropa tendida, quizá sea el momento de que nos replanteemos muchas otras cosas.