El gas natural, al igual que sucede en el caso del carbón o del petróleo, es un tipo de combustible fósil. Esto quiere decir que se trata de una sustancia que se ha originado después de sufrir diversas transformaciones físicas y químicas durante millones de años. Unas transformaciones que se producen gracias a la acción de las altas presiones y también de las altas temperaturas que se dan en las diferentes capas geológicas del interior de la tierra, y que terminan provocando que los restos de biomasa enterrados y acumulados en el subsuelo acaben convirtiéndose en una variedad de sustancias fosilizadas con grandes capacidades energéticas.
La principal característica propia del gas natural, si la comparamos con otro tipo de combustibles fósiles como el petróleo o el carbón ya citados más arriba, es su presentación en estado gaseoso. Una de las peculiaridades de este combustible de formación natural que lo hace especialmente interesante como fuente de energía para el desarrollo de múltiples aplicaciones y actividades. Si bien, no se puede dejar de recordar que el gas natural no deja de ser una fuente de energía de las que podemos denominar como no renovables. Y además, tanto su uso, como también los diferentes tipos de procesos que son necesarios para su extracción desde el interior de la tierra, no están exentos de un cierto grado de contaminación e impacto medioambiental que hace que no podamos considerar al gas natural entre las fuentes de energía más limpias ni sostenibles.
En cualquier caso, lo que es innegable es que el gas natural sí que es una de las fuentes de energía más empleadas en la actualidad en todo el mundo para satisfacer la demanda energética que requieren diferentes actividades humanas. Y por eso, siempre es interesante conocerla y saber qué implicaciones conlleva su uso. Sobre todo, desde el punto de vista medioambiental.
Por todo ello, hoy dedicaremos unos minutos a conocer un poco mejor qué es el gas natural. Veremos cuál es el origen de este tipo de combustible fósil y de dónde y cómo se extrae. Y finalmente, descubriremos también cuáles son los diferentes tipos de gas natural más habituales que podemos encontrar y los distintos usos que se le dan a este gas.
Qué es el gas natural y cómo se origina este combustible

Como bien decimos, el gas natural es un tipo de combustible fósil que se genera gracias a la acumulación de grandes cantidades de biomasa, principalmente de naturaleza vegetal, que quedan enterradas en el subsuelo durante largos períodos de tiempo. Las altas temperaturas que puede alcanzar esta biomasa a ciertos niveles de profundidad y, sobre todo, las altas presiones que ejercen sobre estos depósitos de biomasa las capas superiores de la tierra, terminan por transformarla en gas natural. Un proceso similar al que sufriría por ejemplo el petróleo en su formación.
Centrándonos en su composición, el término de gas natural englobaría a toda una serie de gases distintos que se formarían gracias a la acción geológica de la manera que acabamos de describir. Pero todos ellos tienen en común su origen en fuentes de biomasa. Es decir, en materia orgánica. Por lo que forman diferentes tipos de hidrocarburos, y como tales, basados fundamentalmente en el carbono.
Así pues, la composición del gas natural puede variar notablemente de unos yacimientos a otros. Pero sin embargo, suele estar formado en su mayor medida por metano. Junto al cuál pueden encontrarse también otras sustancias en estado gaseoso, como etano, propano, butano, nitrógeno, dióxido de carbono, ácido sulfhídrico, argón o helio.
Los enlaces de carbono que forman algunos de estos hidrocarburos son la clave de la capacidad energética del gas natural, ya que en ellos se almacena la energía que proviene en origen de la materia orgánica (principalmente de grandes masas de plantas y también de animales en descomposición). Una energía que se libera posteriormente durante la combustión de gas natural y que permite que esta sustancia pueda ser utilizada como fuente de energía.
¿De dónde se extrae el gas natural?

La extracción del gas natural es similar a la del petróleo, al menos desde un punto de vista técnico, en tanto que en ambos casos las principales formas de extracción implican la perforación del suelo a grandes profundidades —generalmente de entre 1 y 5 kilómetros— para alcanzar los yacimientos de estos combustibles fósiles.
En función de la composición del gas natural que se encuentre en cada yacimiento y del tipo de refinamiento que se le dé, podremos disponer finalmente de diferentes tipos de gases, como gas butano, gas propano o el mismo gas natural, denominado así de forma genérica para su comercialización y distribución y compuesto mayoritariamente de gas metano.
Tipos de gas natural más comunes
Más allá de los diferentes tipos de gases hidrocarburos que pueden extraerse del gas natural, o de la distinta composición concreta que este pueda mostrar, también podemos hablar de diferentes tipos de gas natural en función de la forma final que presente el gas según vaya a ser su aplicación y distribución final.
Así, las formas más comunes en las que podemos encontrar el gas natural una vez procesado para su utilización van a ser:
- Como gas natural. El gas natural propiamente dicho en estado gaseoso, la forma más común de distribución para la alimentación de calderas, cocinas, o para su uso como combustible en plantas de generación de electricidad.
- Como gas natural comprimido. Usado generalmente como gas natural vehicular para la propulsión de diferentes medios de transporte de pasajeros y mercancías.
- Como gas natural licuado (GNL). Se parte de gas natural en estado gaseoso y se somete a un proceso de enfriamiento que permite su transformación a estado líquido. Se trata de una transformación que supone una reducción del volumen normal del gas natural en 600 veces y cuya principal utilidad es la de ofrecer una forma más efectiva de transportar el gas natural desde yacimientos remotos desde los que no es viable construir gasoductos.
¿Para qué sirve el gas natural? Principales usos y aplicaciones

Las diferentes aplicaciones y los distintos usos que se le han dado al gas natural han ido evolucionando a lo largo de la historia según han ido cambiando las necesidades energéticas de los seres humanos, las formas de aprovechar el gas natural como fuente de energía y, sobre todo, en la medida en la que se han ido desarrollando formas de obtención de energía más limpias, renovables y sostenibles.
Así, en un inicio, el gas natural se empleó sobre todo como fuente de energía para alimentar el alumbrado público de muchas ciudades. Un uso que quedó relegado al pasado gracias a la aparición de la electricidad y la expansión de las redes eléctricas.
Con todo, en la actualidad el gas natural sigue siendo una de las fuentes de energía fósiles más empleadas, siendo muy utilizada de forma muy mayoritaria para la producción de electricidad en centrales termoeléctricas; para aplicaciones de calefacción, tanto residencial como industrial y en centros de trabajo; como combustible para alimentar cocinas de gas; así como en otras aplicaciones menos extendidas, como para la propulsión de diferentes tipos de vehículos, como por ejemplo, algunos tipos de autobuses urbanos, pero también de camiones e incluso de buques.
Gas natural y medioambiente

Para finalizar, vamos a ver algunas consideraciones que deben tenerse en cuenta acerca del gas natural desde el punto de vista de su sostenibilidad medioambiental.
Como hidrocarburo y combustible que es, el gas natural debe ser quemado para la obtención y aprovechamiento de la energía que guardan los enlaces químicos de las cadenas de carbono. Y por ello, el gas natural resulta una fuente de energía contaminante, ya que conlleva la liberación de CO2 como producto de la combustión. Un gas que, como bien sabemos, es el principal responsable del efecto invernadero y, por ende, también uno de los protagonistas del cambio climático.
Por ello, cuando pensemos en el gas natural, debemos tener siempre presente que estamos hablando de una fuente de energía no renovable —ya que sus reservas son limitadas y sus tiempos de renovación son geológicos, y por ello, no pueden tenerse en cuenta atendiendo a una escala temporal humana— y también, de una fuente de energía relativamente contaminante.
Sin embargo, y sin dejar de tener en cuenta lo anterior, la combustión de gas natural arroja a la atmósfera una cantidad más reducida de CO2 que la que supone la combustión de otros combustibles fósiles, como por ejemplo la del carbón o la del petróleo y sus productos derivados. Y además, esta combustión no conlleva la emisión de otro tipo de gases altamente contaminantes, como el dióxido de azufre, uno de los causantes de la lluvia ácida. Y por ello, en algunos ámbitos se considera al gas natural como una alternativa más limpia y más sostenible al uso del carbón, del petróleo o de otros combustibles fósiles. Aunque como bien decimos, esto no implica que podamos considerarla como una energía respetuosa con el medioambiente, ni mucho menos como una fuente de energía limpia.