En Europa, durante siglos, la miel fue el único edulcorante para los alimentos ya que la introducción y uso de caña de azúcar en gran parte del mundo fue muy posterior. El ser humano conoce los beneficios casi milagrosos de este condimento desde hace miles de años. Sin embargo, ¿es la miel que consumimos hoy en día tan beneficiosa? Lanzamos esta pregunta porque la mayoría de los alimentos que compramos en la actualidad han sido procesados, y la miel no es una excepción.
Por un lado, durante el proceso de pasteurización, la miel es calentada a altas temperaturas (alrededor de 70º centígrados) durante un tiempo reducido. Esto destruye las estructuras cristalinas iniciales e impide que vuelva a cristalizarse. De esta forma, la miel permanece en su estado líquido durante más tiempo y será de fácil manejo tanto para envasarse como para ser consumido en nuestras mesas. Sin embargo, la pasteurización no solo disminuye la riqueza aromática sino también la riqueza enzimática de la miel. Es más, en un proceso industrial también se hacen filtros para eliminar los trozos de cera y polen con fin de que el producto tenga un aspecto más agradable a la vista. Hay que tener en cuenta que la miel se puede consumir perfectamente sin pasteurizar ya que su propia naturaleza es antimicótica y antibacteriana.
La miel es el tercer alimento más adulterado del mundo por detrás del aceite y la leche.
También hay que añadir que el 85% de la miel que se consume en España es de importaciones con procedencia tanto de la UE como fuera de ella. Los países de los que más miel importa España son: China, México, Ucrania y Argentina. Cuando vayamos a hacer la compra, si nos fijamos en las etiquetas, no es difícil ver que muchas no especifican el país de origen de la miel. ¿Por qué? Porque son “mezcla de mieles de la UE”, “mezcla de mieles no originarias de la UE” o “mezcla de mieles originarias y no originarias de la UE”. La legislación actual no obliga a especificar los países de origen si se trata de mezclas. Esto no solo hace que seamos ciegos en nuestras compras sino que favorece las manipulaciones fraudulentas. Según un informe del Parlamento Europeo, el 20% de estos productos que llegan fuera de las fronteras comunitarias no cumplen los criterios de composición y el 14% contiene azúcares añadidos. Todas estas prácticas tienen solo un objetivo, rebajar el precio de este alimento y hacerlo más competitivo de cara al consumidor.
¿Cómo es la miel pura?
Solo se considera la miel como “pura” cuando el producto no ha sido ni pasteurizado, ni refinado, ni mezclado con azúcar, siropes u otros nutrientes o aditivos. Es la miel recolectada de las colmenas y envasada sin sufrir ningún proceso de modificación.
¿Cuáles son los beneficios de la miel pura?
La miel cruda contiene 22 aminoácidos, 27 minerales y 5000 enzimas, y múltiples vitaminas como la vitamina B1, B2, B3, B5, B6, etc. Aunque la miel no se vende como un producto medicinal, todos sabemos que aportan grandes beneficios a la salud. Es una fuente de antioxidantes, favorece la digestión, alivia la tos y es un excelente hidratante para el cabello o la piel.
Sin embargo, muchas de estas propiedades se pierden al ser calentada durante el proceso de pasteurización.
¿Cómo saber si la miel es pura o ha sido procesada?
Existen diferentes métodos y algunos son muy sencillos de realizar en casa:
1. Comprobar el país de origen
Como mencionamos anteriormente, en muchas etiquetas no se indica adecuadamente el país de origen del producto. En estos casos podemos comprobar si en la etiqueta o en el envase viene algún sello de Denominaciones de Origen Protegidas (D.O.P) o Indicaciones Geográficas Protegidas (I.G.P), que son utilizados en algunos países europeos para el reconocimiento de una calidad diferenciada. En España hay varias Denominaciones de Origen ProtegidaS: D.O.P. Miel de Granada, D.O.P. Miel de La Alcarria, D.O.P. Miel de Tenerife y D.O.P. Miel de Villuercas-Ibores, D.O.P. Miel de Liébana, y una Indicación Geográfica Protegida: I.G.P. Miel de Galicia.
2. Leer la etiqueta
Si en la etiqueta se indica que es una miel de mezclas, es que no es pura. Esto pasa especialmente con las mezclas de países diferentes.
3. Precio
Es buen indicador para saber la calidad del producto que compramos. Puedes desconfiar por completo de las mieles que cuestan alrededor de 3 o 4 euros el kilo porque las artesanales que se venden en España están en torno a los 9 o 10 euros por kilo.
4. Impureza
Toda la miel pura se cristaliza con el tiempo. Pero no significa que toda la miel cristalizada sea miel cruda, ya que algunas procesadas también pueden cristalizarse. Entonces, en lo que debemos fijarnos es en si la miel contiene ciertas impurezas como el polen o la cera.
5. La densidad
Normalmente la miel cruda es muy espesa, hasta tal punto, que si ponemos un poco en una cuchara y le damos la vuelta, no caerá. En cambio, la miel procesada es mucho más líquida.
6. Prueba del agua
La mejor prueba para saber si la miel que compramos es de calidad o no, es echar una cuchara de miel en el fondo de un bol, cubrirla con agua y remover el bol constantemente. Si después de un rato, la miel hace forma de un pequeño panal en miniatura en el fondo del bol, la miel es pura.