Todos somos conscientes de que, hasta ahora, no hemos cuidado del medioambiente tanto como deberíamos. Probablemente, nos ha faltado mucho de lo que se conoce como educación medioambiental y que, en realidad, también podríamos llamar sentido común o respeto por nuestro entorno.
Ahora todos somos más sensatos a la hora de prestar más atención a nuestras acciones, tanto a nivel individual como colectivo. Para ello, nada mejor que implicarnos más, si cabe, en la educación medioambiental de los niños, que serán los adultos del mañana. Si te apetece aprender un poco más sobre qué puedes hacer para que los peques de la casa pongan su granito de arena en términos ambientales, aquí te vamos a dar unas cuantas ideas.
El agua es un elemento básico para la vida. No solo para nosotros, que la necesitamos a diario para poder subsistir, sino también para los animales y las plantas. Pero el hecho de que, en Occidente, tengamos un acceso prácticamente ilimitado al agua no debe hacernos pensar que es un recurso sin valor. Al contrario, lo tiene y mucho.
A los niños es importante enseñarles que hay que mesurar su consumo, aunque sea con acciones tan básicas como cerrar el grifo mientras se lavan los dientes, enfriar botellas de agua en lugar de dejar el agua correr, ducharse y no bañarse, regar las plantas por la noche, etc.
Otro de los aspectos de educación medioambiental que tenemos que inculcar en los más pequeños es que no todos los desechos van al mismo sitio. Hace tan solo unas décadas, en las casas había solo un cubo de basura. Ahora, tenemos la posibilidad de separar los residuos orgánicos de los envases y, también, hay contenedores especiales para papeles y vidrios.
Puede parecer una tontería, pero en realidad es muy importante conseguir una separación de basuras eficiente y dejar de lado otras prácticas como tirar al wáter cualquier tipo de residuo, restos de comida, etc.
Optar por las cosas de usar y tirar es una costumbre que también hay que desechar mediante la educación medioambiental de los más pequeños. En términos de sostenibilidad, es preferible elegir objetos que puedan ser reutilizados durante un largo plazo, aunque a priori puedan resultar un poco más caros.
También hay que apostar por esa educación que había antaño sobre arreglar las cosas o buscarles un nuevo uso. La gran accesibilidad que hay a prácticamente todo tipo de objetos hoy en día hace que mucha gente no se plantee las reparaciones y prefiera comprar un artículo nuevo.
Más info: Obsolescencia programada: el ciclo de consumo que termina con el planeta
La energía cuesta y no solo hablamos de dinero, sino también de recursos muy preciados. Al igual que proponemos un mayor control sobre el consumo del agua en casa, también hay que hacerlo así con los dispositivos que funcionan con electricidad y con las luces.
Es normal que los niños pequeños sean más despistados a la hora de apagar las luces de las estancias donde no están, o que se dejen la tele encendida. Podemos ir un poco más allá, y acostumbrarlos también a desenchufar los cargadores de los dispositivos móviles cuando no están en funcionamiento o apagar los juguetes que van a pilas.
Los medios de transporte, sobre todo en ciudad, pueden llegar a ser realmente contaminantes. El número de coches y motos particulares que circulan por las grandes ciudades a diario sueltan una gran cantidad de gases nocivos para la salud y el medioambiente. Pero esto se puede solucionar, al menos en parte, con un poquito de esa educación medioambiental que tratamos de inculcar aquí.
El recurso del transporte público es algo muy útil y que, aunque no suele ser un transporte limpio, es más recomendable que el transporte privado. En el caso de los niños, una buena idea puede ser habituarlos a circular en bicicleta, lo cual no solo es más limpio, sino también más saludable por la actividad física que les conlleva. Eso sí, teniendo siempre cuidado con el resto de vehículos y el tráfico en general.
La última idea sobre educación medioambiental que queremos proponer es, a la vez, la que consideramos más importante de todas. Muchos niños, sobre todo los que viven en cascos urbanos (que cada vez son más), tienen poco acceso a entornos naturales. Y esto es algo crucial si queremos concienciarlos de lo importante que es cuidar de nuestro planeta.
Un mayor conocimiento e interés sobre las plantas y los animales puede ser un buen comienzo, pero también hacer excursiones a la montaña, a los bosques, hacer rutas de senderismo, etc. El contacto con estos lugares y explicarles por qué hay que cuidar de nuestro planeta para poder seguir disfrutando de ellos es la base de la educación medioambiental que deseamos que tengan los niños de hoy y los hombres del futuro.
La movilidad eléctrica representa uno de los avances más significativos y prometedores en el ámbito…
En el dinámico y a veces impredecible teatro de la vida, el cuidado de la…
En un mundo cada vez más consciente del impacto ambiental de nuestras acciones, el concepto…
La escasez de agua en España es una realidad cada vez más preocupante que requiere…
El orégano, más conocido por su uso en la cocina, especialmente en platos italianos, tiene…
La pizza es un alimento universalmente amado. Ya sea que optes por una clásica margarita,…
Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar tu accesibilidad, personalizar, analizar tu navegación, así como para mostrar publicidad y anuncios basados en tus intereses.
Política de Cookies