El consumo de frutas y de verduras de manera regular y mayoritaria de entre todos los grupos de alimentos que existen es uno de los pilares sobre los que se basa una dieta sana y equilibrada. Las frutas, en particular, nos aportan todo tipo de nutrientes esenciales y muy saludables que son imprescindibles para que nuestro cuerpo pueda desarrollar sus funciones básicas correctamente. Entre ellos, las frutas nos ofrecen todo tipo de vitaminas, fibra alimentaria vegetal, compuestos antioxidantes, minerales esenciales, azúcares naturales y una muy buena cantidad de agua.
Pero al igual que sucede en el caso de las verduras, la clave para poder aprovechar todos estos nutrientes que nos ofrecen las frutas pasa por consumirlas en su momento óptimo y de la forma más adecuada para cada tipo de fruta. Algo que no siempre es fácil, ya que como todos los alimentos, las frutas pueden echarse a perder en poco tiempo si no las conservamos adecuadamente.
Una buena alternativa para conseguirlo puede ser congelar las frutas para poder guardarlas durante largos períodos de tiempo y disfrutar de ellas según las necesitemos. Una buena manera de tener siempre disponible estos alimentos tan saludables en casa, de conservar adecuadamente todos sus nutrientes y también de ahorrar, ya que evitaremos tener que comprar ciertas frutas fuera de temporada, que como sabemos, suele resultar más caro y menos sostenible para el medioambiente. Y, cómo no, también, una magnífica forma de seguir combatiendo el desperdicio de alimentos.
Así pues, en este artículo vamos a ver qué frutas se pueden congelar —ya que, desgraciadamente, no todas ellas soportan bien la congelación—, cómo deben congelarse en cada caso y también mostraremos cuál es la forma más adecuada de descongelar cada una de estas frutas para que mantengan sus principales propiedades organolépticas y nutricionales en niveles óptimos.
¿Qué frutas se pueden congelar?

Al igual que sucedía en este otro artículo sobre cómo congelar las verduras de manera adecuada, no todas las frutas pueden someterse de la misma forma al proceso de congelación y salir airosas en el intento.
Un aspecto que resulta aún más delicado en el caso concreto de las frutas, ya que en muchas ocasiones estas se muestran más delicadas. En primer lugar, por su alto contenido en agua y por la mayor fragilidad que muestran las estructuras internas de algunos tipos de frutas. En segundo lugar, por el alto contenido en azúcares naturales de muchos de estos vegetales. Una fuente de energía muy atractiva para los microorganismos que se encargan de su descomposición. Y también, por el simple hecho de que la mayoría de las frutas suelen consumirse en crudo, sin ser sometidas a ningún tipo de cocinado, por lo que cualquier alteración en su aroma, su textura, su sabor o su apariencia, nos puede resultar mucho más evidente.
Dicho esto, y por suerte, sí que hay muchas frutas que podemos congelar para conservarlas durante largos períodos de tiempo y disponer de ellas de forma cómoda y rápida.
Algunas de las principales frutas que sí podemos congelar serían estas:
- Manzanas *
- Melocotones, albaricoques y otras frutas de hueso
- Moras, zarzamoras, arándanos, fresas y otros tipos de bayas
- Cerezas
- Naranjas, limones, limas, pomelos y otros cítricos
- Ciruelas
- Peras
- Uvas
- Higos
- Kiwis
- Mangos
- Plátanos *
- Membrillos *
- Aguacates *
* Tanto las manzanas, como los plátanos, los aguacates y los membrillos pueden ser congelados, sin embargo, este proceso los oxida y modifica su textura totalmente, por lo que no podrán ser consumidos de forma normal como si fuesen manzanas, membrillos o plátanos frescos. En cambio, congelar estas frutas es una magnífica forma de prepararlas para incorporarlas como ingredientes a la elaboración de postres y otros platos: compotas, tartas, bizcochos, helados, etc.
En el caso concreto del aguacate, te enseñamos la mejor forma de congelarlo correctamente al final de este otro artículo.
Leer más: Cómo conservar el aguacate maduro y los que están abiertos
Algunas frutas que es mejor no congelar
Por el contrario, algunas frutas especialmente delicadas, como los melones o las sandías, no soportan bien el proceso de congelación. Sobre todo, si las vamos a congelar en casa, con equipos frigoríficos de uso doméstico. El motivo es que la gran cantidad de agua que contienen estos tipos de frutas en su interior forma cristales dentro de las células vegetales que conforman la pulpa de estas frutas. Cristales que suelen perforar las paredes celulares haciendo que el líquido interno se libere al exterior, arruinando totalmente la textura de estas frutas.
¿Cómo se debe congelar y descongelar cada tipo de fruta?

Ahora que ya sabemos qué frutas se pueden congelar sin problema, cuáles requieren un poco más de atención y cuidado y, sobre todo, qué frutas es mejor que no congelemos, pasaremos a ver cuál es la mejor forma de congelar y descongelar cada tipo de fruta para que conserven adecuadamente todas sus propiedades y nutrientes.
En términos generales, lo mejor es que conservemos nuestras frutas congeladas a -18 °C, ya que a partir de esta temperatura los procesos biológicos de degradación de la fruta se ralentizan de forma muy efectiva. También es importante que elijamos un recipiente o un envoltorio adecuado que se adapte a las necesidades de cada tipo de fruta, protegiéndola de la oxidación que favorece el contacto con el aire, del contacto con microorganismos, de una posible contaminación cruzada entre alimentos o de la transferencia indeseada de olores. Y en este punto, es importante también calcular la cantidad adecuada para cada recipiente en función de las raciones de fruta que necesitemos tras la descongelación, para evitar una manipulación excesiva de la fruta.
Es importante también congelar nuestras frutas debidamente lavadas y limpias de toda posible suciedad que puedan traer arrastrada desde el campo, de sus zonas de cultivo o de sus procesos de distribución y venta.
Y por último, en el caso de la descongelación, de manera general lo mejor es hacerlo siempre de forma lenta y dentro del frigorífico. Nunca a temperatura ambiente, ni empleando el microondas u otras fuentes de calor.
Veamos ahora las peculiaridades de cada caso concreto.
Manzanas

Lo ideal es congelarlas peladas, troceadas y retirando las semillas, para conservar congelada únicamente la pulpa carnosa de la fruta. A continuación, las reservaremos en un táper u otro tipo de recipiente que minimice la entrada de aire. Como ya adelantamos, en el caso de las manzanas la textura se verá muy alterada tras la congelación, por lo que es mejor que las dediquemos a preparar compotas, salsas, confituras, batidos u otro tipo de preparaciones a base de manzana.
Plátanos

Mismo caso que las manzanas: lo mejor es congelarlos para dedicar a una compota. Por ello, podemos retirar la piel del plátano y, si queremos, trocearlo y triturarlo de antemano. La congelación de la fruta en compota, tras someterla a un proceso de cocción, puede ser también una opción recomendable en el caso de las propias manzanas, así como también en el de otras frutas como las peras, las moras o los membrillos.
Cerezas, higos, uvas y ciruelas

En el caso de estas frutas, lo mejor es conservarlas con piel. Por ello, lo único que tendremos que hacer será lavarlas bien, secarlas y guardarlas dentro de un recipiente que nos provea de un cerrado hermético.
Melocotones, albaricoques, mangos y otras frutas de hueso. También para el caso de las peras

Al igual que en el caso de las manzanas, pelaremos y trocearemos estas frutas bien lavadas. Retiraremos los huesos y las guardaremos en táperes u otro tipo de recipientes con cerrado hermético en el congelador. En el caso de estas frutas y si la forma de consumo final que queremos darles lo permite, es muy recomendable también añadir un almíbar en los recipientes para garantizar su mejor conservación. También es posible aplicar esta técnica del almíbar al caso de las ciruelas, si las queremos conservar troceadas y sin hueso.
Moras, zarzamoras, arándanos, fresas y otros tipos de bayas

Debemos lavarlas y secarlas muy bien, para posteriormente reservarlas en el congelador dentro de un recipiente hermético o de una bolsa de congelación adecuada. En este último caso, siempre es mejor si utilizamos algunas de las alternativas sostenibles a las bolsas de plástico.
Naranjas, limones, limas, pomelos y otros cítricos

Procederemos retirando la piel de estas frutas y, en su caso, también el albedo, la pielecilla interior blanca que muestran algunas de estas frutas cítricas. A continuación, separaremos la fruta en gajos cuando sea posible y retiraremos también las semillas. Guardaremos los gajos limpios en un recipiente hermético dentro del congelador.
En el caso de este tipo de frutas, una alternativa muy interesante, dependiendo del posterior uso que vayamos a darles, puede ser su congelación directamente en forma de zumo.
Kiwis

Para terminar, en el caso de los kiwis procederemos de manera similar al de otras frutas ya citadas. Pelaremos los kiwis y prestaremos especial atención a retirar la parte del tallo que suelen presentar estas frutas en uno de sus extremos. Posteriormente, trocearemos los kiwis en rodajas o dados y los guardaremos en un recipiente hermético adecuado para la congelación.
Como vemos, congelar la fruta suele ser un método bastante fácil y rápido de preservarla de los efectos de la degradación natural de los alimentos. Una buena manera de poder consumir estos vegetales tan saludables durante todo el año, manteniendo todos sus nutrientes y todo su sabor. Y, de paso, pero no menos importante, evitando también el desperdicio de comida.