Todas y cada una de las actividades que desarrollamos los seres humanos a lo largo de nuestra vida diaria conllevan un determinado impacto ambiental. El conjunto de todos los impactos de estas actividades configuran, a su vez, nuestra huella ecológica, que generalmente se traduce en una generación de residuos, un consumo de recursos naturales y energéticos y una emisión de CO2 y otros gases de efecto invernadero. Entre estas actividades cotidianas, uno de los aspectos más contaminantes, y que a menudo pasa más desapercibido para nuestra conciencia ecológica, es aquel relacionado con el consumo, utilización y desecho de ropa y otro tipo de productos textiles. No en vano la industria textil está considerada como la segunda actividad humana más contaminante, tan solo por detrás de la industria petrolera, que como veremos a continuación, a menudo contribuye también a satisfacer las demandas de materia prima de la primera. La deforestación de zonas naturales para dedicar los terrenos al cultivo de plantas empleadas como materia prima para la fabricación de fibras naturales, el uso de productos derivados del petróleo para la producción de fibras textiles sintéticas, la contaminación de las aguas y la atmósfera como parte de los procesos de producción y tintado de todo tipo de telas, o la contaminación por microplásticos a la que contribuimos con cada compra y lavado de prendas sintéticas son algunos de los pilares sobre los que se sostiene la contaminante industria textil actual. Ante esta perspectiva de insostenibilidad, se hace apremiantemente necesario buscar alternativas a nuestro consumo de productos textiles que sean más respetuosas con el medio ambiente. Para ayudar a cumplir este objetivo, hoy queremos conocer cuáles son los tres grandes tipos de fibras textiles que se usan en la actualidad: las fibras naturales, las fibras artificiales y las fibras sintéticas. Aprendiendo sobre ellas, sobre sus principales diferencias y sobre sus aplicaciones en la industria textil, podremos decidir mejor acerca de qué tipo de prendas de vestir y otro tipo de productos textiles queremos adquirir, y cuál será el impacto ecológico de nuestras decisiones a este respecto.
Fibras textiles naturales
Las fibras textiles naturales son aquellas elaboradas a partir de materias primas que están presentes de forma normal en la naturaleza y en las que el proceso físico de formación de las propias fibras se produce también de forma natural. Este tipo de fibras textiles son las que los seres humanos llevamos utilizando desde tiempos prehistóricos con diferentes aplicaciones, como la fabricación de prendas de vestir, la construcción de refugios, la manufactura de útiles para la caza, la pesca o la agricultura, etc.
En función del origen de la materia prima de las fibras textiles naturales, podremos clasificarlas a su vez en fibras textiles naturales de origen animal, vegetal o mineral.
- Fibras textiles naturales de origen animal. Son producidas generalmente a partir de proteínas de origen animal, que se estructuran como sustancias alargadas que pueden ser hiladas. Las más utilizadas son los pelos de diferentes animales, para producir hilos y lanas, como el pelaje de ovejas (lana), cabras (mohair, cachemir), camellos, dromedarios, alpacas, vicuñas, llamas, conejos (tejidos de angora, fieltro y otras fibras apelmazadas), caballos (crines), etc. También las pieles de estos y otros animales, para producir cordonería o fibras prensadas. O las secreciones de algunos animales, como la seda, producida por las larvas de Bombyx mori. Este tipo de fibras naturales suelen ser huecas, por lo que muestran buenas propiedades de aislamiento térmico. También permiten ser teñidas e hiladas de forma fácil y absorben bien la humedad. Son resistentes y elásticas.
- Fibras textiles naturales de origen vegetal. Se producen a partir de componentes de origen vegetal, principalmente de celulosa. Se extraen de las vellosidades que presentan algunas semillas, como en el caso del algodón; de los tallos de algunas plantas, como el lino, el esparto, el cáñamo o el yute; de follajes, como el sisal; o de las cáscaras de algunos frutos, como los cocos.
- Fibras textiles naturales de origen mineral. Son mucho menos utilizadas que en el caso de las anteriores y normalmente se les da otro tipo de aplicaciones industriales. Algunas de las más conocidas son el amianto (altamente contaminante y cancerígeno), la fibra de vidrio, o los hilos elaborados a partir de metales preciosos como la plata o el oro.
Las fibras textiles naturales se caracterizan por mostrar, en general, un menor impacto ambiental. Esto se debe a que se elaboran con materiales biodegradables. Ahora bien, esto es así siempre que se produzcan de manera sostenible. Por ejemplo, el algodón, la fibra textil natural más utilizada en el mundo, a menudo se produce mediante métodos poco respetuosos con el medio ambiente: se cultiva de forma extensiva en países con pocos recursos, robándole terreno a zonas forestales; se procesa consumiendo grandes cantidades de recursos naturales y se blanquea y tiñe empleando químicos tóxicos altamente contaminantes. En estos casos, el consumo y producción de fibras textiles naturales resulta tanto o más contaminante y poco ecológico que el de muchas fibras sintéticas o artificiales, por lo que sería igual de indeseable. En este sentido, lo ideal es que optemos siempre por productos elaborados a partir de fibras naturales de producción orgánica o, al menos, mediante procedimientos sostenibles.
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Fibras textiles artificiales
Las fibras textiles artificiales serían todas aquellas elaboradas a partir de materias primas de origen natural, pero procesadas de forma artificial por el ser humano para la formación de fibras. Generalmente se producen a partir de proteínas de origen vegetal o de otros compuestos vegetales como la celulosa. Las primeras fibras textiles artificiales surgieron como alternativa a la seda natural, como una forma más sencilla y económica de obtener un filamento largo y resistente que pudiese ser hilado y, posteriormente, tejido. La primera fibra textil artificial producida por el hombre sería la conocida como seda Chardonnet, creada en 1884 por el ingeniero y científico francés Hilaire de Chardonnet.
En función de las materias primas empleadas para producir las fibras textiles artificiales, estas se clasifican en celulósicas, proteínicas o algínicas.
- Fibras artificiales celulósicas. Se elaboran a partir de celulosa, que a través de procesos industriales termina originando productos textiles como el rayón o viscosa, el acetato, la tela de bambú, el modal, el lyocell o el forro de seda. Para elaborar este tipo de fibras a menudo se emplean procesos químicos muy agresivos, basados en el uso de disolventes o sustancias cáusticas, con el fin de ablandar o descomponer las materias primas. Posteriormente, una vez disueltos los componentes naturales en una solución química, estos son “hilados” dando como resultado filamentos sólidos.
- Fibras artificiales proteínicas. Se producen a partir de proteínas de origen animal, como en el caso de la caseína presente en la leche; o vegetal, procedentes del cacahuete, el maíz, la soja, etc. Algunas de las fibras elaboradas mediante estos métodos serían el azlon, el ardil, la vicara o el lanital.
- Fibras artificiales algínicas. Son conocidas de forma genérica con el nombre de rayón alginato. Se producen a partir de una sustancia que es soluble en agua, el alginato de sodio, lo que proporciona a estas fibras textiles una serie de propiedades que hacen especialmente interesantes para aplicaciones como la medicina. También para la elaboración de tejidos calados y tramas decorativas en la elaboración de prendas de vestir. Al ser solubles en agua, este tipo de telas artificiales no son lavables.
El uso de productos químicos altamente contaminantes durante la producción de este tipo de fibras hace que su fabricación resulte ecológicamente insostenible. Además, una vez terminada la vida útil de los productos textiles elaborados artificialmente, estos no son biodegradables, ya que los procesos químicos de transformación a los que se somete a las materias primas naturales terminan por convertirlas en desechos muy contaminantes.
Fibras textiles sintéticas
Las fibras textiles sintéticas son aquellas producidas por el ser humano mediante procedimientos artificiales, a partir de compuestos sintetizados químicamente en un laboratorio. En este caso, la materia prima de partida es también de origen artificial, no pudiendo encontrarse de forma normal en el medio natural. En la mayor parte de los casos, para producir este tipo de compuestos sintéticos se parte de productos derivados del petróleo.
En función del proceso químico de síntesis de estas fibras, podremos hablar de fibras textiles sintéticas obtenidas por policondensación o por polimerización. Son materiales muy resistentes y durables, y absorben muy poco la humedad. Estas propiedades de las fibras textiles sintéticas las hacen muy atractivas para producir tejidos aislantes o prendas que no requieren de demasiado cuidado para su mantenimiento. También permiten aplicaciones especiales como la creación de tejidos antimanchas, repelentes de la humedad, telas antiarrugas, etc.
- Fibras sintéticas obtenidas por policondensación. Para crear este tipo de fibras textiles se emplean dos moléculas de componentes distintos, que se condensan originando una molécula de un nuevo producto y una molécula de agua. El resultado de esta policondensación es un copolímero de nueva creación. Algunos ejemplos de este tipo de fibras textiles sintéticas son el Nylon, el poliéster o las fibras de PET.
- Fibras sintéticas obtenidas por polimerización. En este caso, se parte de dos monómeros que se unen mediante un enlace covalente, dando lugar a un nuevo compuesto en forma de polímero. En función de la estructura que presente este polímero, hablaremos de fibras sintéticas acrílicas, poliolefinas o elastómeros. Algunas de las fibras textiles sintéticas obtenidas por esto métodos serían el Acrylan, el Leacril, el Thermovyl, el Courlene, el Saran, el elastano o la Lycra.
Las fibras textiles sintéticas resultan fáciles y económicas de fabricar, tienen aplicaciones muy versátiles, son resistentes y aportan una larga duración a los tejidos. La contrapartida es que son producidas a partir de combustibles fósiles, dan como resultado productos no biodegradables y su proceso de elaboración es muy contaminante. Además, cuando lavamos tejidos elaborados con este tipo de materiales, estos van liberando microfibras en el agua, hasta 700 000 con cada lavadora que ponemos, contribuyendo así a la contaminación por microplásticos de ríos y océanos.