El cambio climático producido por el calentamiento global está conduciendo al deshielo en los polos. Desde 1979, científicos de todo el mundo monitorizan el estado de las principales masas de hielo del planeta. Si hasta hace pocos años las preocupaciones se centraban en el deshielo de las capas heladas del Ártico debido a su rápido derretimiento, en los últimos tiempos las miradas de la comunidad científica se dirigen al polo opuesto. Desde 2014, la Antártida, la zona del planeta donde se concentran las mayores masas de hielo de todo el mundo y cuyo deshielo podría incrementar el nivel de los océanos en 57 metros de altura, está comenzando a descongelarse a gran velocidad. Y lo hace después de registrar un crecimiento constante de su superficie helada en todos los años anteriores desde que se cuenta con mediciones. Este cambio radical de tendencia en el continente helado ha hecho que la comunidad académica dé la voz de alarma sobre el deshielo en la Antártida y llame a la comunidad internacional a tomar medidas. Hoy nos haremos eco de los datos más alarmantes que se extraen de los últimos estudios en la materia. Veremos cuáles son los posibles motivos que están detrás de este derretimiento de las masas de hielo de la Antártida y pondremos la vista en el futuro para intentar atisbar las posibles consecuencias de este fenómeno.
La comunidad científica en alerta: la Antártida se deshiela a gran velocidad
Científicas como Claire Parkinson, del Goddard Flight Space Center de la NASA, han confirmado el cambio de dinámica en la Antártida. Si desde 1979 hasta 2014 la superficie helada en la Antártida se había incrementado en un 4,6 % a pesar de los efectos del cambio climático y el calentamiento global, esta ha dado un giro de 180 grados a partir de 2014. Hasta entonces, a pesar de que se registraba un cierto nivel de deshielo en el polo sur de la Tierra, paradójicamente la superficie congelada iba aumentando lentamente. Desde 2014, en cambio, el incremento en la velocidad a la que se descongelan las plataformas de hielo de la Antártida ha sido tal que la pérdida de superficie helada desde entonces resulta dramática. Según los estudios de Parkinson, basados en análisis climáticos y en observaciones de imágenes tomadas por satélites, desde 2014 a 2019 la Antártida habría perdido una cantidad de hielo equivalente a la que se ha derretido en el Ártico durante los últimos 30 años.
Según estos estudios, la superficie helada de la Antártida se habría reducido en 2 millones de kilómetros cuadrados en tan solo 3 años, desde una extensión media de 12,7 millones de kilómetros cuadrados en 2014, hasta una superficie de tan solo 10,7 millones de kilómetros cuadrados registrada en 2017. Estos datos reflejan una reducción del 15,75 % en la superficie helada de la Antártida en 3 años, una velocidad de deshielo que multiplica por 3 el ritmo de descongelación registrado en el Ártico durante la última década. La preocupación de que las masas heladas de la Antártida se descongelen a tal velocidad radica también en la propia naturaleza de esta región. Mientras que en el Ártico las masas de hielo se encuentran en el océano, rodeadas por diferentes continentes, en el caso de la Antártida, las principales plataformas heladas están ubicadas en tierra firme. Esto, en principio, debería garantizar que la afectación del hielo de la Antártida por el incremento de las temperaturas del agua del mar a nivel global fuera menor, pero sin embargo, el ritmo de deshielo que se está experimentando en el sur del planeta es muy superior al que tiene lugar en el Ártico.
Otro macroestudio publicado en la revista científica Nature en 2018 y elaborado por un consorcio internacional de 88 expertos pertenecientes a 44 organizaciones de 14 países de todo el mundo, ha determinado que la Antártida ha perdido unos 3 billones de toneladas de hielo desde el año 1992. La masa de agua derivada de este deshielo en la Antártida habría sido suficiente para elevar por sí sola el nivel del mar en unos 7,6 mm de media en todo el mundo. Este trabajo colaborativo, conocido como IMBIE (Ice Sheet Mass Balance Inter-comparison Exercise –Ejercicio Intercomparativo del Equilibrio de la Masa de Capa de Hielo, en castellano–) y liderado por la Agencia Espacial Europea, la NASA y la Universidad de Leeds, en el Reino Unido, ha empleado las imágenes recogidas por 13 satélites durante más de 25 años para determinar el ritmo de deshielo de la Antártida. Según este estudio, el ritmo de deshielo en el polo sur se habría multiplicado por 3 desde 2012, pasando de perder 76.000 millones toneladas de hielo en 1992 a 219.000 millones de toneladas de hielo en 2012. Según Andrew Sheperd, profesor de la Universidad de Leeds y uno de los coautores del estudio, esto implicaría un ritmo de aumento del nivel del mar superior al de cualquiera de los 25 años anteriores.
Con la publicación de este estudio, la comunidad académica pretende llamar la atención del resto del mundo sobre el problema del deshielo en la Antártida y en otras zonas del planeta, para implorar que se tomen medidas al respecto destinadas a controlar las emisiones de gases de efecto invernadero, principales causantes del calentamiento global. De no hacerlo, los modelos climáticos desarrollados durante el estudio prevén un incremento de la temperatura global de 2,9 grados centígrados para el año 2070, lo que propiciaría una subida del nivel del mar de 27 centímetros de media en el mundo. En cambio, si se consiguiese un compromiso internacional lo suficientemente fuerte como para imponer medidas contra la emisión de gases de efecto invernadero, podría contenerse la subida de las temperaturas para este mismo período en tan solo 0,9 grados centígrados, lo que permitiría que el nivel del mar se elevase tan solo 6 centímetros durante este tiempo.
Causas y consecuencias del rápido deshielo en la Antártida
Aunque el incremento del ritmo de deshielo en las placas de hielo de la Antártida es un hecho ya constatado por estos y otros estudios, los científicos consideran que es aún temprano para conocer con seguridad las causas de este fenómeno. Aunque todos los indicios parecen indicar al calentamiento global como principal responsable, hay también otros fenómenos ambientales y climatológicos que podrían contribuir a este aumento de la velocidad de deshielo en la Antártida. Algunas de las otras posibles causas barajadas por los científicos serían, entre otras, el agujero de la capa de ozono; el descenso de la velocidad de los vientos Antárticos, que pueden llegar a los 300 km/h y que ayudan a mantener bajas las temperaturas en la zona; la influencia de fenómenos meteorológicos como El Niño o el incremento de la temperatura de los mares como consecuencia del deshielo en otras zonas de la Tierra.
Y aunque las causas de este rápido deshielo en la Antártida no estén todavía bien definidas, lo cierto es que las consecuencias que puede conllevar sí están bien estudiadas y resultan bastante previsibles. Las principales serían:
- La ya mencionada subida del nivel del mar, con la consiguiente pérdida de zonas costeras, de la que se derivarían procesos migratorios hacia el interior de los continentes, problemas económicos y de abastecimiento de alimentos y energía. Esta pérdida de terreno a favor del mar repercutiría también en un mayor ritmo de deforestación y en una mayor práctica de la agricultura y la ganadería intensivas.
- Pérdida de ecosistemas naturales y del hábitat natural de animales polares como los pingüinos o los osos polares.
- Contribución al calentamiento global, tanto por el efecto refrigerante de masas de aire y agua que provoca la Antártida, como por el efecto espejo que sus plataformas de hielo hacen reflejando los rayos del sol.
- Calentamiento de los océanos. Que reduciría su capacidad para captar CO2 del aire, conduciendo a modificaciones del PH del agua, con su consiguiente perjuicio para la fauna y flora marinas.
Como vemos, el problema del rápido deshielo que está experimentando la Antártida lleva asociadas una serie de consecuencias medioambientales, sociales, económicas y de salud que lo convierten en un reto medioambiental de primer orden. Un problema que tiene también su origen, previsiblemente, en las emisiones descontroladas de gases de efecto invernadero a la atmósfera como subproducto de la actividad humana. Es hora de que nos pongamos manos a la obra para atajar esta y otras consecuencias del calentamiento global. De no tomar medidas en el asunto durante los próximos 10 años, puede que los efectos negativos de nuestra actividad sean ya irreversibles para la Antártida.