En los últimos 20 años, la producción mundial de plástico se ha duplicado llegando a superar, solo en 2021, los 461 millones de toneladas. La industria cosmética (una de las más contaminantes) emplea anualmente unos 120.000 millones de envases de plástico, de los cuales apenas se recicla un 9%. El resto, como todos sabemos, terminan desechados sobre todo en ríos y mares provocando daños cada vez más irreversibles en nuestro planeta. En este contexto aparece cada vez con mayor fuerza la cosmética sólida, una alternativa que, aunque todavía sigue siendo minoritaria en el mercado actual, aumenta su popularidad año a año y se ha convertido en la solución perfecta para aquellos que desean contribuir al cuidado del medioambiente mediante el uso de productos elaborados de manera más natural y sostenible. Y es que, a día de hoy, la oferta de este tipo de cosmética ha aumentado de tal manera que ya no podemos hablar solo de los tradicionales champús en pastilla, sino también de acondicionadores, aceites faciales, geles, jabones, desodorantes, lociones corporales y hasta pasta de dientes y perfumes. Si a esto le sumamos la cada vez mayor sofisticación de este tipo de productos en el cuidado de nuestra piel, las razones para resistirse al cambio parecen quedar definitivamente en entredicho. Pero ¿qué puede ofrecerte realmente la cosmética sólida para que decidas pasarte a sus productos en pastilla? Te contamos en qué consiste este tipo de cosmética y cuáles son las ventajas que su uso puede ofrecerte.
La preocupación por la higiene y el cuidado personal nos ha acompañado como seres humanos desde nuestros más tiernos orígenes. Sabemos que, ya durante en la era paleolítica, tanto mujeres como hombres protegían sus cuerpos untándolos con grasas animales, que los egipcios elaboraban, a partir de la planta de la saponaria, un jabón que suavizaban con aceites perfumados y que, durante casi toda la Edad Media el uso de cosméticos estuvo mal visto y hasta prohibido, ya que se consideraba ejemplo de vanidad. Y es que, como toda actividad humana, la elaboración de productos cosméticos ha tenido que adaptarse a los diferentes vaivenes sociales e históricos con los que le ha tocado convivir. Así pues, no es de extrañar que, en una época de cambio como la nuestra en la que el cuidado del medioambiente es una necesidad imperiosa, el sector cosmético busque fórmulas para reducir el impacto que sus productos producen en el planeta. Una de estas fórmulas es el resurgimiento de la cosmética sólida, es decir, de aquellos productos de higiene y cuidado personal que se elaboran sin agua (o con un pequeño porcentaje de ella que se evapora en el proceso de secado) y que, por lo tanto, no necesitan un envase de plástico para su contención. Y si decimos resurgimiento es porque, aunque ahora estemos acostumbrados a ver los estantes de las tiendas atestados de geles y jabones líquidos, hace apenas unas décadas la cosmética sólida era casi el único tratamiento de limpieza e hidratación corporal y capilar que existía. Antes de la segunda guerra mundial, casi todas las formulaciones cosméticas estaban elaboradas solo con ingredientes exclusivamente naturales en forma de pastillas duras que, al contacto con el agua, producían espuma. Ahora, parece que el renacer de este tipo de productos cosméticos nos quiere retrotraer a esos orígenes recuperando modos de producción artesanales más respetuosos con el medioambiente.
Si bien el hecho de que este tipo de cosmética no produzca desechos plásticos es, indudablemente, la razón fundamental para que des el paso y comiences a utilizarla, lo cierto es que el empleo de productos cosméticos sólidos tiene otras ventajas importantes. Aquí te explicamos algunas:
Y es que hablar de cosmética sólida es hablar de cosmética “residuo cero”. Productos que podemos usar muchas veces y cuyos restos son reabsorbidos por la naturaleza produciendo un impacto mínimo en el medioambiente. Si miramos, por ejemplo, un champú tradicional, veremos que está compuesto por un 90% de agua y que, con casi toda seguridad, estará contenido en un envase de plástico. Por el contrario, un champú en pastilla se elabora sin agua (o con una cantidad mínima de ella) y suele venir en una cajita hecha con materiales más sostenibles, como el papel kraft o el cartón reciclado. Por otro lado, al no contener tampoco siliconas, sulfatos, derivados del petróleo y demás compuestos químicos, la huella que dejan en el medioambiente es mínima.
Por lo general, los artículos de higiene y belleza en formato sólido se componen fundamentalmente de ingredientes naturales. Y es que, al contener muy poca o nada de agua, no es necesario que lleven conservantes sintéticos que pueden ser nocivos para la salud y que, en muchas ocasiones, producen irritaciones, alergias o eccemas en la piel. Por otro lado, las fórmulas de la cosmética sólida suelen incluir ingredientes de jabonería tradicional, entre los que se incluyen principios activos como arcillas, aloe vera o aceites naturales, ricos en vitaminas E y K, y reconocidos por su poder hidratante.
Mientras estás leyendo este post , seguro que te ha dado por pensar: “Sí, muy bien lo de la cosmética sólida, pero al final un champú de este tipo es bastante más caro que uno tradicional”. Pues nada más lejos de la realidad. Aunque en un principio, estamos ante un formato de producto que aparenta ser más costoso para el consumidor, en realidad tiene una mejor relación calidad-cantidad-precio. Y es que una pastilla de champú sólido corresponde hasta a tres botes del convencional, por lo que mediante un mantenimiento correcto puede llegar a durar hasta dos meses. Otra de las ventajas de este tipo de formatos sólidos es que puedes ajustar la cantidad que de verdad te hace falta y no desperdiciar tanto como en los líquidos
Si eres una de esas personas a las que les encanta subirse a un avión para ir a cualquier lado o de las que tiene que volar asiduamente por trabajo, seguro que has tenido que hacer esto más de una vez: juntar varios botecitos que no superen los 100 mililitros e irlos llenando uno a uno con tus potingues favoritos. Pero no te preocupes, tenemos la solución y no es otra que… la cosmética sólida. Y es que no solo este tipo de pastillas ocupan menos espacio, sino que, además, no tienen que cumplir las restricciones impuestas a los líquidos por las aerolíneas.
Por experiencia, sabemos que alterar nuestras costumbres no es fácil. Sin embargo, estamos seguros de que la cosmética sólida es uno de esos cambios que, si tienes la suficiente valentía para aplicarlo en tu vida, te va a dar muchas satisfacciones. Y es que no se trata de cambiar toda nuestra rutina de la noche a la mañana, pero sí de introducir pequeños cambios en nuestros hábitos diarios que nos permitan no solo estar más felices con nosotros mismos sino también sentir que somos útiles para el planeta.
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