Conservar de forma adecuada los alimentos que compramos o que cultivamos en casa es fundamental para poder disfrutar de su sabor y de sus propiedades naturales en condiciones óptimas. También es muy útil de cara a evitar que se nos estropee la comida y no caer así en el desperdicio de alimentos. Este despilfarro de comida constituye un grave problema en la actualidad que deriva en situaciones de hambruna en muchos países, así como en una sobreexplotación de los recursos naturales del planeta para la producción de alimentos. En esta dirección, hoy queremos ver algunas recomendaciones sencillas para conservar una de las frutas más habitual en las cocinas de todo el mundo: el tomate. Este alimento es uno de los ingredientes más utilizados por la gran versatilidad que presenta a la hora de poder ser preparado de diferentes maneras e incorporado a múltiples recetas. En crudo, cocinados, en salsas o como condimento para la elaboración de todo tipo de platos, los tomates siempre son un valor seguro con el que llenar nuestras despensas. Pero para poder disfrutarlos siempre en las mejores condiciones, tanto de sabor como nutritivas, es importante tener en cuenta una serie de recomendaciones que nos permitirán conservarlos en perfecto estado y alargar al máximo su vida útil. Estas dependerán, sobre todo, del punto de maduración de nuestros tomates y de cómo vamos a querer consumirlos. Veamos cada caso.
Si tenemos la suerte de tener tomateras y cultivar nuestros propios tomates, lo mejor es siempre recolectarlos cuando estos estén maduros. En la propia planta es donde mejor y más tiempo podremos conservarlos. En el caso de que hayamos comprado tomates algo más verdes de lo normal, con el objetivo de consumirlos un tiempo después, podemos conservarlos verdes durante más tiempo manteniéndolos a temperatura ambiente, en un lugar fresco, seco y alejado de la luz solar directa. Evitaremos dejarlos en el frigorífico, ya que con esto ralentizaríamos demasiado el proceso de maduración de los tomates, y la baja temperatura afectaría negativamente al sabor y a la textura de la fruta. La posición también es importante: para que nuestros tomates frescos aguanten el mayor tiempo posible debemos colocarlos con la parte del tallo hacia abajo, para evitar que pierdan humedad en exceso y no se arruguen.
Cuando los tomates vaya madurando, podremos pasar a guardarlos como indicamos en el siguiente punto.
Una vez maduros, unos tomates sanos pueden aguantar hasta una semana fuera del frigorífico. Para ello, los tomates deberán estar sanos, sin manchas, golpes o grietas en la piel. El color debe ser bastante intenso y, aunque puede haber algo de variación en función de la variedad, no deberán estar demasiado pálidos para que aguanten más tiempo. Los conservaremos en un lugar fresco, seco, algo ventilado y sin exposición directa a la luz. Podemos usar, por ejemplo, una bolsa de tela o de papel para guardarlos. La temperatura ideal será de entre 13 y 20 grados centígrados. Cuando queramos vayan estando bien maduros, podemos empezar a darles la vuelta y dejar la parte del tallo hacia arriba, para que concentren su sabor y aroma. Un detalle muy importante a evitar para que nuestros tomates aguanten más tiempo es ponerlos cerca de otras frutas y vegetales, como las manzanas, los plátanos o las patatas. Estos alimentos liberan etileno, una sustancia gaseosa que puede acelerar el proceso de maduración de otros frutas y verduras, por lo que debemos tener esto en cuenta para evitar que nuestros tomates se echen a perder de manera prematura.
Si hemos acumulado muchos tomates y estos comienzan a estar un poco pasados, siempre podemos alargar unos días más su vida útil guardándolos, ahora sí, dentro del frigorífico y en una bolsa de papel. En este caso, es mejor que los usemos en un par de días o tres si queremos consumirlos frescos, en ensaladas u otro tipo de preparaciones en crudo. Para ello, conviene sacarlos un par de horas antes del frigorífico para que puedan ir atemperándose. Si no vamos a consumirlos antes de 3 días, mejor dejarlos para elaborar otro tipo de platos y preparaciones en los que se concentre su sabor, ya que tras el paso por la nevera los tomates perderán aroma y tono en su textura. Es el momento perfecto para usarlos para hacer un sofrito o una salsa de tomate.
Una vez cocinados, la composición de los alimentos cambia y podríamos decir que estos comienzan una nueva etapa de conservación. Podemos conservarlos durante un tiempo extra preparando una salsa concentrada de tomate frito, añadiéndoles otras verduras y preparando un pisto, escaldándolos y guardándolos en un tarro de cristal después de un hervido, etc. Hecho esto, podemos guardar las diferentes preparaciones en la nevera durante unos días o incluso en el congelador, para poder disponer de ellas cuando mejor nos venga.
No solo es posible congelar los tomates una vez cocinados, sino que también podemos hacerlo en crudo, bien enteros o en trozos, para cocinarlos varios meses después. Si optamos por esta forma de conservarlos, es importante que los guardemos bien secos, para que no se peguen entre ellos al congelarse, dentro de una bolsa de papel o de un táper. Una de las ventajas que tiene congelar los tomates es que si queremos pelarlos para hacer alguna preparación en concreto, esto será muy fácil una vez que se descongelen, ya que la piel se desprenderá de la carne del tomate casi sola.
Los tomates son también uno de los mejores candidatos de la huerta para convertirse en magníficas conservas o confituras. Con estas elaboraciones podremos llegar a disfrutar de nuestros tomates hasta 2 años después sin necesidad de frío. En este caso, es mejor seleccionar los tomates más maduros de todos. También es especialmente importante ser muy rigurosos con los procedimientos higiénicos que requiere la elaboración de conservas: deberemos esterilizar los botes de vidrio y las tapaderas que usaremos para guardar las conservas. Para ello, los sumergiremos unos 3 minutos en agua hirviendo y una vez llenos los tarros con la preparación de tomate, los pondremos al baño maría unos 20 minutos más.
Otra muy buena forma de conservar los tomates es desecándolos, para poder disfrutar de ellos como condimento de guisos, para hacer sofritos o para añadirlo a nuestras ensaladas. Para secar los tomates tendremos que conseguir que estos pierdan el agua que contienen, con lo que perderán también la mayor parte de su peso. La parte positiva es que lograremos concentrar mucho la intensidad de su sabor, y podremos consumirlos muchos meses después. Para secar los tomates, deberemos cortarlos, salarlos y ponerlos al sol durante varios días. Lo ideal es que estén al aire libre, por ejemplo en los tejados de las casas en zonas donde haya muchas horas de sol intenso durante el verano, como se hace en algunas zonas del Levante español o en la Puglia italiana.
Siguiendo estos consejos podremos conservar nuestros tomates de la mejor forma posible para cada ocasión. Así preservaremos su sabor, su aroma y todas sus propiedades naturales. Y de paso, evitaremos que se nos estropeen antes de poder consumirlos.
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Excelentes consejos para conservar los tomates. Gracias por compartir la información, saludos